domingo, 27 de septiembre de 2009

Comunicación CNAC

Volviendo a las raíces de América
Entrevista a Carlos Azpúrua a propósito del estreno de su documental “América tiene alma

(...)Los indios no tienen alma, hijo mío. No son seres humanos. Son salvajes sin Dios. Tu misión es divina. No matas a un ser humano cuando matas a uno de ellos. Matas una cosa(...)”.

De acuerdo al escritor, ensayista y guionista argentino José Pablo Feinmann en su libro “América Latina, origen y despojo” éstos eran parte de los argumentos con los que los sacerdotes de la conquista convencían a los españoles para “matar indios sin culpa”. Sin embargo, fueron también ideas que inspiraron al cineasta Carlos Azpúrua para demostrar exactamente lo contrario, a través de la realización de su nuevo documental “América tiene alma”, obra de 70 minutos que estrenará el próximo jueves, 15 de octubre a las 7:00 pm en PDVSA Centro de Arte La Estancia.

Desde su primer documental: “Yo hablo a Caracas” (1977), Azpúrua se ha destacado por su calidad cinematográfica y por el tratamiento sensible y polémico de temas sociales, políticos y ecológicos que le han destacado como relevante promotor cultural, pero también como defensor de los derechos humanos de los pueblos originarios de toda América Latina.

En esta oportunidad y aprovechando la oportunidad que la historia contemporánea ofrece para abordar el tema con renovada vigencia, el director se traslada a Bolivia, cuna de más de 30 etnias originarias que hoy en día enfrentan la modernidad con una posibilidad de reivindicación de sus valores, gracias al arribo a la presidencia de Evo Morales, el primer mandatario indígena de ese país.

No obstante, este documental no versa sobre el presidente boliviano, pues su búsqueda va más allá del hecho político, se trata de una obra que busca llegar a las raíces de América y que apela para ello al hecho cultural, a la fuerza palpable y poderosa de un pueblo que no sólo tiene alma, sino que la expresa además en forma colorida y esplendorosa, a través de un baile que es una gran fiesta nacional: los Carnavales de Oruro.

En efecto y explorando sobre esta fiesta eminentemente indígena -como un espacio de encuentro de las más diversas clases sociales y grupos geográficos del país- Azpúrua trata de exponer al espectador parte de los elementos más resaltantes de la idiosincrasia boliviana y de su proceso histórico, mostrando además esta festividad como el encuentro anual en el que indios, negros y blancos son capaces de danzar por la vida y no por la muerte.

Periodista (P): ¿Qué lo llevó a interesarse por el tema indígena en Bolivia?

Carlos Azpúrua (C.A): He trabajado el tema indígena desde hace muchos años, porque entiendo la dimensión política, histórica y social que tiene y en Bolivia me parecía especialmente importante revisar este tema, por la confrontación de los cambios de la sociedad boliviana.

Bolivia puede tener el record Guinnes de golpes de Estado, pero es a partir de que llega un líder indígena que entiende, canaliza y comprende la fuerza de la indianidad, que podemos demostrar que ésta no ha muerto… es más, está tan viva que un indígena llegó al poder y expresa a través de él la fuerza de todo un pueblo; recuerda que el 65 o 70% de la población boliviana es indígena o de origen indígena.

Por eso, para quienes de una u otra manera acompañamos el pensamiento indigenista, eso nos llena de una extraordinaria satisfacción, porque se rompe un paradigma: ya no solamente es que los indígenas no tienen alma, como era la discusión teológica en el siglo XIV, XV, sino que un indígena llega al poder como una suerte de una reivindicación histórica.

Pero además hay otro tema: en Venezuela, como en América Latina, nos han negado la historia de los indígenas, limitándose a algunos texto de primaria que nos hablan de que vivían de la caza, la pesca y la recolección. En este sentido, era lógico entender que la magnitud de lo que sucedía en Bolivia -con el triunfo de Evo Morales y la toma del poder por los sectores indígenas- era realmente significativa.


P: Ahora ¿qué lo lleva a interesarse específicamente por los carnavales de Oruro?

C.A: Los carnavales de Oruro son para los bolivianos una gran festividad anual y representan, quizás, su encuentro cultural más significativo. El que conoce Bolivia y ha disfrutado de su festividad, sabe que todo el año se están celebrando fiestas en el territorio boliviano, pero donde verdaderamente se da la gran confluencia y encuentro de diversos es en el carnaval de Oruro… no es gratuito que sea patrimonio intangible de la humanidad.

Lo rico de eso es que el carnaval concentra todo lo que de una forma u otra es distinto al altiplano, y es justo allí donde se produce el más rico encuentro cultural de diversos que se nutren mutuamente en su dinámica y se reafirman como bolivianos. Este es un espectáculo donde después de danzar, cada quien se retira a sus territorios de origen para volver a las contradicciones y a las confrontaciones, por lo que el carnaval es ese espacio para superar esas contradicciones sobre la base de la cultura; de allí el tratamiento cinematográfico que le dí.


P: Háblenos un poco más de esas contradicciones del pueblo boliviano.

C.A: Implican lucha de clases, de conceptos y enfrentamientos por los cambios necesarios que reclaman la gran mayoría de las comunidades y pueblos indígenas. La idea es clara, hay una confrontación de valores, una búsqueda de justicia social que ha estado relegada; el que conoce Bolivia se da cuenta de que subyacen en el inconsciente colectivo de sectores culturales, rasgos de racismo sumamente marcados heredados de la colonización y difíciles de superar.

Por eso me parecieron tan interesantes los carnavales como fenómeno cultural, porque en ese encuentro todo el pueblo boliviano baila, canta, danza y celebra, beben y son felices aún con sus contradicciones; lo que me lleva a pensar en las necesidades de transformación que lleva adelante el proceso político boliviano actual.


P: ¿Qué cree que podemos aprender como venezolanos del proceso boliviano?

C.A: El proceso boliviano es vital para entenderlo en nosotros como latinoamericanos. En este momento Latinoamérica está pidiendo al mundo que voltee hacia nosotros para ver ahora latinoamericanos integrales, construidos sobre la base de esa pluralidad cultural del negro, el indio y el español. Se trata de una nueva visión y de una manera de construir nuestra propia historia, aportándole a nuestros procesos de liberación los inmensos valores humanistas, ecológicos y éticos de nuestras culturas originarias.

Estamos volviendo a nuestros orígenes y como dice Frantz Fanon: los pueblos en proceso de liberación y de toma de conciencia sobre su dignidad, por más que hayan sido tratados de una manera irrespetuosa y colonialista, siempre regresan a sus raíces.

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